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El fracaso en emprendimientos universitarios


¿Quién no pensó en emprender durante la universidad? Aunque se trate de una idea pequeña, muchos nos llegamos a plantear la posibilidad de empezar un negocio durante esta etapa para comenzar a generar un ingreso. Es común ver al frente de las startups más innovadoras a equipos jóvenes con mucha visión y talento, que hacen parecer sencillo emprender durante la universidad, sin embargo la realidad es muy diferente. Solo una pequeña fracción de estos jóvenes logran que sus proyectos sobrevivan los primeros años y son menos los que alcanzan a llegar a etapas más avanzadas.


De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía el 65% de los negocios mueren durante sus primeros 5 años de vida, de los cuales el 35% no pasan del primer año. Las causas del fracaso de los emprendimientos universitarios son diversas, por ello el Instituto del Fracaso realizó un estudio para identificarlas, integrando la visión de más de 200 emprendedores de entre 18 a 41 años que iniciaron un proyecto a la par de sus estudios de licenciatura o posgrado, encontrando que las principales causas del fracaso son:


  1. Problemas en las finanzas y la planeación estratégica

Muchos emprendedores suelen tener una formación altamente técnica y priorizan el desarrollo de su tecnología sobre cuestiones de mercado como la validación, la planeación comercial y la generación adecuada de presupuestos. Esto impacta directamente en la esperanza de vida del proyecto cuando no reciben asistencia o se asocian con talentos complementarios que se encarguen de estas áreas.


  1. Falta de convicción por parte del emprendedor y sus socios.

Para emprender no es suficiente tener una buena idea, se requiere de esfuerzo, compromiso y un gran equipo. Los emprendimientos tecnológicos universitarios tardan más tiempo en llegar al punto de equilibrio y empezar a generar beneficios. Se requiere de una gran convicción y resiliencia para alcanzar el éxito deseado.

  1. Promoción, plaza y selección de mercado meta.

Las habilidades sociales y suaves son determinantes para definir un mercado meta, la relación con los clientes y los canales de comunicación con los mismos. Por ello es necesario desarrollar habilidades que permitan formar y mantener estos vínculos a la par que se enfoca en la comercialización y promoción del proyecto.

Además de estos resultados, es interesante destacar otros factores que suman al fracaso de estos emprendimientos. La educación emprendedora durante la universidad suele ser mínima a pesar de que fomenta y mejora la conciencia empresarial en los jóvenes. Según este estudio, a pesar de que el 65.3% de los encuestados afirmó que en sus universidades se promovía el emprendimiento, tan solo el 36.3% de los proyectos escolares salían de las aulas debido a la falta de aplicación práctica. Por otra parte, más de la mitad de los encuestados indicó que pese a recibir preparación emprendedora, ésta no les brindó las herramientas necesarias, principalmente en aspectos como ventas, temas fiscales y cobranza.


Uno podría pensar que para un emprendedor universitario y visionario sería sencillo ser exitoso adquiriendo las habilidades faltantes a través de la experiencia profesional o incluso a través de incubadoras universitarias. Desgraciadamente no es así, ya que el 54.8% de los encuestados ya contaban con experiencia laboral previa, sin embargo, más de la mitad de estos (60%) no estaban informados de los requerimientos legales y financieros para operar un negocio. Si bien la experiencia laboral es un medio para aprender mejores prácticas, generar contactos y entender el mercado y sus necesidades, por sí sola no constituye la totalidad del conocimiento necesario para emprender.


Por otro lado, los emprendimientos incubados suelen ser pocos y no garantizan una preparación adecuada. Se estima que menos del 40% de estos emprendimientos llevan registros contables formales. Dentro de las principales inconformidades hacia las incubadoras universitarias se destacan los altos costos de entrada, asesores sin experiencia en el emprendimiento y procesos poco adecuados a cada proyecto.


Otro aspecto a destacar es el papel de los concursos y las convocatorias en los emprendimientos universitarios, pues significan una fuerte fuente de financiamiento. En general, tienen un impacto positivo al permitir formalizar los proyectos pues requieren de una serie de documentos, presentaciones y proyecciones para poder participar. Como consecuencia, el emprendedor adquiere un conocimiento más detallado y profundo al elaborar estos materiales, aterrizando ideas y definiendo su visión, siendo el primer paso hacia la creación de un negocio sostenible. Además, permite la generación de networking entre emprendedores, fomentando el intercambio de ideas, recursos, contactos y aprendizajes, aumentando las posibilidades de éxito de los proyectos.


Finalmente, el Instituto del Fracaso identificó que la reacción más común después de fracasar, es trabajar para alguien más con la intención de volver a emprender en un futuro. Esto nos habla de la resiliencia y perseverancia de nuestros emprendedores universitarios, cualidades de importancia ante el difícil panorama económico actual. No solo la preparación brinda el camino al éxito, uno debe ser capaz de resistir, adaptarse y entender al mercado.


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